Columnista: Felipe Szarruk

Una Colombia indignada le pasó factura a su gobierno

Las razones eran interminables, el asesinato sistemático de líderes sociales en el país, van más de 200 en lo que va del año, un paquete de reformas tributarias que pauperiza aún más la precaria situación económica de millones de ciudadanos, el abuso de poder de cuerpos de represión estatal como el ESMAD (Escuadrón antidisturbios), el malestar estudiantil por la baja calidad de la educación y sus precios exorbitantes, la corrupción en casi todas las entidades e instituciones del estado, por nombrar solo algunas de las razones que llamaron al paro nacional el 21 de noviembre conocido como #21N.

Cientos de miles se volcaron a las calles para hacerse sentir en una marcha pacífica que transcurrió durante el día en diferentes puntos de la ciudad y que se mantuvo así en la mayoría de las congregaciones, algunos conatos de violencia protagonizados por jóvenes que se resistían a la fuerza de choque del SMAD lograron desatar el caos al final de la jornada, hay cientos de videos sobre el uso de fuerza excesiva por parte de este cuerpo policial que es muy polémico y del cual nadie ha querido encargarse y también de algunos vándalos que aprovecharon las marchas para saquear y atacar, el 85% de los bogotanos considera que la ciudad es insegura y son decenas de atracos y robos los que suceden a diario muchos de ellos terminan en la muerte de la víctima sin que la policía logre controlar esta situación.

Después de las marchas y los desmanes, algo inédito sucedió en Bogotá, un cacerolazo en todo el territorio, miles y miles de personas comenzaron a hacer sonar sus utensilios y salieron de nuevo a las calles a hacerse sentir, es parte del despertar de Latinoamérica.

La pregunta entonces es ¿Qué va a hacer el gobierno después de esta manifestación de inconformidad del pueblo colombiano? El país tiene la tradición de no escuchar a nadie, de mirar hacia otro lado, de hacerse el de la vista gorda, de hecho, en la alocución del presidente Iván Duque no se dijo nada importante, ninguna conclusión, se limitó a reprochar los actos violentos, pero no ofreció un diálogo o algún cambio.

Esta es la manifestación más grande que ha tenido Colombia en la historia, esperemos que sea para lograr cambios estructurales necesarios e importantes en la sociedad, una sociedad rota, polarizada, en necesidad, disfrazada del país más feliz del mundo, pero en últimos lugares en salud, educación, transporte, trabajo e igualdad social.

Escrito el 2019-11-22 04:15:37
Felipe Szarruk

Felipe Szarruk